El dolor es una señal del sistema nervioso que advierte que algo no va bien. Se podría definir como una experiencia sensitiva desagradable acompañada de una respuesta afectiva, motora, vegetativa e, incluso, de la personalidad, que puede limitar la capacidad para llevar adelante las actividades cotidianas con normalidad.

¿Qué es el dolor?
¿Cómo es el dolor que sientes?
Aunque sus causas a menudo se desconocen, se sabe que hay factores que podrían favorecer su aparición, como el estrés, los cambios hormonales y climatológicos, e incluso la ingesta de algunos alimentos.

¿Cuántos tipos de dolor hay?
La localización y las características del dolor ayudan a los médicos a identificar su causa. Clasificar el dolor según algunas variables permite conocerlo mejor y, por tanto, lograr un tratamiento más adecuado.
- Una de estas variables es la intensidad: el dolor puede ser leve, moderado o grave. Si bien cada persona lo experimenta en forma subjetiva, en la consulta el médico aplica una serie de pruebas para poder evaluarlo más objetivamente.
- La localización es otra de las variables que se analizan en el diagnóstico. El dolor puede ser localizado o difuso. En este último caso, se examina si se trata de un dolor referido donde la sensación aparece alejada del lugar de la lesión que la produce (como el dolor en el brazo al producirse un infarto), o bien si es irradiado donde el dolor se transmite desde la lesión a otra parte de cuerpo con un recorrido claro (como el dolor que “baja” por la pierna en el caso de una ciática).
Durante la consulta, el médico busca distinguir si el paciente sufre un dolor de origen mecánico o inflamatorio.
- El dolor mecánico es consecuencia de un proceso degenerativo en los huesos o en los ligamentos y, generalmente, empeora con la actividad y mejora con el reposo.
- El dolor inflamatorio se origina por una inflamación y se caracteriza por no mejorar con el reposo y hacerse más intenso por la noche.
El médico también examina si el dolor se debe a un daño en algún órgano o tejido específico. O si su origen es neuropático, es decir, si está ocasionado por una lesión en el sistema nervioso, que es el que transmite la señal de dolor. En este caso, el dolor se percibe como una sensación desagradable en forma de pinchazos, ardor u hormigueo. En otros casos, el dolor no tiene una causa orgánica que lo justifique, sino que es producto de una enfermedad psiquiátrica. Este tipo de dolor suele ser resistente a cualquier terapia farmacológica o quirúrgica y el tratamiento debe enfocarse en la enfermedad psiquiátrica.
Es importante incidir en el componente emocional del dolor. No todas las personas lo perciben del mismo modo y el apoyo psicológico a los pacientes con dolor es muy importante.